miércoles, 11 de agosto de 2010

Silicio o baterista

Ayer era el día elegido para visitar el mítico Silicon Valley, la zona en la que hay más empresas de tecnología juntas del mundo, el entorno donde todo comenzó, si entendemos todo como el imperio de los beneficios gracias al hardware y al software. El sueño que aparece en la mente de cualquier emprendedor cada vez que se habla de California. El paisaje que ha acabado por sustituir a las playas de Venice en parte del imaginario colectivo. Muy prometedora excursión con un final absolutamente espectacular, la posibilidad de poder ver en directo a RUSH, uno de los grupos más importantes de la historia del Rock y que jamás han actuado en España.



YYZ, no es el mejor sonido, pero un buen ejemplo de lo que vimos...

La mañana empezó con ciertos problemas con el alquiler del coche. De nuevo nos plantamos en la agencia de alquiler de vehículos sin reserva y estuvimos a punto de quedarnos sin poder coger un coche. Pensábamos que el domingo tuvimos más problemas por ser ese día de la semana, pero no imaginábamos que el lunes íbamos a encontrarnos con la misma situación. Y es que ya nos hemos dado cuenta de que aquí, pese a que todo el mundo tiene coche, también todo el mundo alquila de vez en cuando. De forma que si piensas alquilar uno, más vale que hagas la reserva de antemano o corres en riesgo de verte compuesto y sin ruedas. Finalmente, a las doce de la mañana, conseguíamos recoger un coche y, tras tener que ir a otra agencia de la misma compañía para que nos dieran el GPS, salíamos dirección a Cupertino pasadas las doce y media.


Agua marina estancada. Bonito paisaje aunque con un olor...

Mi idea original era visitar San José y Saratoga antes de acercarnos a la sede de Apple, pero en vista de que ya íbamos con retraso nos dirigimos hacia Cupertino. Nuevamente sentí la experiencia mágica de conducción por las autopistas americanas, donde salvo casos excepcionales, nadie supera las 70 millas por hora (unos 110 Km por hora). Inmensas extensiones de carretera, con hasta seis carriles por sentido y, en general, bastante bien señalizado todo. Eso sí, es conveniente estar al tanto ya que si te pasas de la salida que debes tomar puede costar bastante encontrar un cambio de sentido.


En el corazón de Silicon Valley...

No tuvimos mayor problema en llegar a Cupertino y disfrutamos de un viaje en el que, tras dejar atrás la bahía, por fin nos sentimos de verdad en California. Cielo de azul infinito, rodeados de un verde paisaje y con un sol radiante. Ver por fin el sol a raudales nos hacía falta y optimistas llegamos al número 1 de Infinite Loop, la sede central de la empresa de la manzana mordida. Sede central o edificio representativo del cual poco pudimos ver ya que no nos permitieron franquear más allá del hall y del que está absolutamente prohibido hacer una foto en el interior. Simplemente vimos esa inmensa entrada que aparece en Piratas de Silicon Valley, observar un cartel gigantesco del iPhone 4 y ver un panel en el que se muestran los miles de millones de Apps que se están descargando al minuto. Bueno, también fuimos al servicio, pero nada indicaba que allí se estuviera produciendo ningún cambio sustancial en la historia de la humanidad.


La puerta a la manzana...

Así pues tuvimos que conformarnos con entrar en la tienda que tienen justo en el edificio adyacente y en la que se vende merchandising de Apple. Una de las pocas (sino la única tienda del mundo) donde pueden comprarse recuerdos de la empresa. Estaba haciendo fotos cuando un señor muy amable se me acercó para preguntarme si había fotografiado a Steve Jobs. Por supuesto pensé que me estaba tomando el pelo o que no le había entendido bien. Pero efectivamente, su mujer me enseñó las fotos que acababa de hacer cinco minutos antes: Steve Jobs recién llegado a la oficina, bajando del autobús de la empresa y vestido como siempre, con sus vaqueros y el eterno suéter negro (que por cierto, no venden en la tienda). Una lástima, se me escapó por pocos minutos.


Una tienda bastante normalita, las cosas como son...

Eran las dos de la tarde y decidimos comer en el BJ´s de De Anza Blvd. Vivimos lo que habíamos leído en tantas ocasiones sobre caminar o conducir. Hasta que no lo sufres en tus propias carnes no te das cuenta de la dependencia que existe en este país con el coche. Nos resultó más rápido coger el coche para cruzar la calle que ir andando hasta el semáforo. No comimos especialmente bien, aunque la atención fue excepcional (como la mayoría de las veces) y la chica que nos atendió a la entrada estuvo encantada de servir a una pareja española que pudiera orientarle en su futuro viaje a nuestro país.


Un sandwich-burguer para retomar fuerzas...

Tras una hamburguesa servida como si fuera un sandwich pusimos rumbo a Palo Alto, en concreto al número 1601 de California Ave. donde tiene su sede Facebook. De nuevo vivimos una pequeña frustración. La sede en sí está rodada de edificios pertenecientes a la Universidad de Stanford, pero salvo un cartel a la entrada, nada indica que sean las oficinas centrales del monstruo de Internet. Ni tienda de souvenirs ni nada. Solamente un señor sentado bajo una sombrilla para evitar que los turistas pisen el césped de los alrededores del cartel (que a tenor de lo que puede verse en la foto no suelen hacer mucho caso).


Un Heavy en el Facebú, en el de verdad...

Visto el entorno espartano de Facebook, la siguiente parada en nuestro itinerario geek era el famoso garage en el que se creó Hewlett Packard. La historia es de todos conocida: un profe de Stanford animando a sus alumnos a crear sus propias empresas por aquella zona. Dos amiguetes que se juntan en un agujero y montan una de las primeras empresas de tecnología del mundo. A partir de ahí el clima, la cercanía de una universidad impresionante, el carácter emprendedor y la pasta gansa, mucha pasta que hay en la zona, generarían el entorno más rico en creatividad y generación de negocios del mundo (uno de ellos, al menos, las cosas como son).


Pues ese es el garage de marras, sin más...

Tras la foto friki a la puerta del garage mientras unos operarios nos miraban sonriendo, ante lo que es la peregrinación habitual de los amantes de los cacharritos informáticos, pusimos dirección a la sede central de la Universidad de Stanford. Solamente queríamos echar un ojo a su inmenso campus y de paso comprar alguna camiseta. Así lo hicimos, quedando simplemente alucinados por el tipo de campus en el que nos encontrábamos. Gigantesco, con edificios que poco tienen que ver con las clásicas facultades a los que estamos acostumbrados. Stanford parece una ciudad colonial, con preciosas casitas en las que viven y estudian algunos de los mejores cerebros del mundo.


En el centro de Stanford...

Cientos de turistas recorrían las calles del campus como nosotros. Algunos de ellos con sus padres, haciendo ese tour que lleva a los estudiantes americanos por las universidades de medio país antes de decidir a las que presentar su solicitud de admisión. Stanford solo admite a los mejores entre los mejores. Así que estábamos rodeados por algunos futuros triunfadores. Tanto que sentimos que era momento de salir de allí zumbando o no llegaríamos a nuestra siguiente parada, Mountain View.

Queríamos acercarnos a la puerta de Googleplex, la sede de Google, pero según salíamos de la autopista decenas de coches nos acompañaban. El Shoreline Amphitheater está casi lindando con el "oráculo-gran hermano". Hubo que tomar la decisión en cuestión de segundos. Ver un esqueleto de dinosaurio, sillas de colores, bicis y googleboys correteando o aparcar en un sitio del que no fuera una tortura salir tras el concierto. Y ganó la segunda opción. Siempre he dicho que entre la música y cualquier otra cosa gana la música. Y no fue esta vez una excepción. Entre Google y RUSH ganaron los tres abuelos canadienses.


Google era la que cruzaba, pero teníamos el semáforo en verde...

No nos arrepentimos. Tal vez no vimos Google de cerca pero lo que pudimos disfrutar con RUSH superó todas mis expectativas. Una banda impresionante, con una producción grandiosa, tocando canciones de su presente y su pasado. Más de 20 mil almas boquiabiertas ante el grupo que reinventó el rock progresivo y lo adaptó al Heavy Metal. Fue el broche perfecto de un largo día, para ser consciente una vez más de que, entre los cacharritos de sílice y el Rock and Roll siempre me quedaré con este último... (La crónica completa la podréis leer en unos días en Rafabasa.com)


La foto es horrible, pero nos confiscaron la cámara buena a la entrada...

(Recuerda que puedes votarme a diario para conseguir poner en práctica mi proyecto durante el Año Sabático en La Rioja)

2 comentarios:

Eliseo dijo...

Hola, yo tomé el video de Rush :) Todavía te encuentras en Silicon Valley? Cualquier dia puedes hacer un tour por Google, los de seguridad no te molestan, o podrías decir que vas a un Meetup, yo voy muy seguido.

Fernando Checa García dijo...

Hola Eliseo!!!!

Gran vídeo, enhorabuena!!!

Muchas gracias por la info de Google, te tomaré la palabra!

Abrazos :D

Publicar un comentario