domingo, 1 de agosto de 2010

Las calles de San Francisco

Dicen que San Francisco es una de las ciudades más bellas de Estados Unidos. Que ha mantenido su esencia norteamericana sin perder la influencia europea y mexicana. Y que su arquitectura es tan ecléctica como las personas que la habitan. Todo ello puede ser cierto o simplemente la coletilla de cualquier guía de viajes. Pero de lo que no cabe duda es de que su arquitectura como ciudad es muy diferente de las clásicas urbes norteamericanas. Todo tiene cierta sensación de deja-vu, parecido al que puedes notar en Nueva York, sentimiento de conocer muchos de sus rincones y tenerlos grabados a fuego en tu piel, aunque nunca hayas estado allí. Y es que decenas de años viendo pelis, hacen que la sensación se acreciente y te veas arrastrado a un paisaje que te ha atrapado una y mil veces.


El paraíso de un patinador... bajando...

Tomamos el BART temprano desde North Berkeley en dirección a Embarcadero, la primera estación de San Francisco. La línea roja (el BART tiene cuatro líneas, roja, naranja, amarilla y azul) nos llevaba directa al corazón de la Bahía. Pero tuvimos que hacer un transbordo ya que la empresa propietaria del sistema de transporte había decidido hacer labores de mantenimiento el sábado por la mañana. No importó y, de hecho, sobre la marcha decidimos cambiar nuestro destino y en vez de bajarnos en Embarcadero lo hicimos dos paradas más adelante, en Powell St. Powell está en el corazón de Union Square, una de las zonas comerciales más importantes de San Francisco. Y desde allí salen dos de las tres líneas de tranvías que recorren la ciudad. Los tranvías de San Francisco subiendo sus cuestas, tal vez el recuerdo más imborrable que todos tenemos aunque no hayamos estado nunca aquí. Así pues decidimos hacer el turis un poco y nos dirigimos a la parada del tranvía (llamado aquí Cable Car al ser arrastrado por cables subterráneos que recorren la ciudad).


El tranvía que no tomamos, pero que nos sigue fascinando

Cuando uno toma decisiones así tal vez no cuenta con que miles de personas han decidido leer tu mente. O tal vez todos ellos sigan mi Twitter y se enteraron de que pensaba coger el tranvía. Pero lo que está claro es que cientos de personas aguardando una inmensa cola para subir en el pequeño cochecito tirado por cables hizo que desistiéramos y que afrontásemos que el tranvía es bonito, para verlo pasear y, tal vez, para montar en él, pero alejados de las salidas de línea. Por cierto, su precio es de 5 $ y si lo vas a coger debes haber comprado previamente el bono, ya que al parecer no cobran dentro del tranvía pero sus conductores no son especialmente dueños de la mayor amabilidad del mundo.

Así pues, con la mirada hacia la cumbre de Mason St. iniciamos la escalada hacia Nob Hill, una de las zonas más lujosas de la ciudad. Las rampas que hay que escalar son absolutamente brutales. Llegamos a ver una motorreta de esas de alquiler con tres ruedas literalmente clavada en una cuesta y sin posibilidad de moverse un solo metro salvo que la empujaran. No obstante la visión hacia abajo es impresionante. ¿Quién no ha visto Bullit y su famosa persecución? Pues ese escenario es imposible captarlo mejor con una cámara. Majestuoso y fascinante.




Vale la pena volver a disfrutar con aquella escena de Bullit

Llegamos a la zona más alta de la ciudad e hicimos la parada obligada en la Catedral. Es curioso como los españoles tenemos esa capacidad de sentirnos atraídos (y críticos) hacia las catedrales, allá donde estén y tengamos las creencias religiosas que tengamos. La Catedral no es especialmente vistosa, aunque los amantes de este tipo de construcciones podéis disfrutar con sus vidrieras, tal vez lo más reseñable del conjunto. La entrada es libre, aunque hay un cepillo a la entrada que "aconseja" dejar una limosna de 10 $.


Atípica estampa catedralicia en medio de dos rascacielos

Desde la Catedral iniciamos el descenso hacia Fisherman´s Wharf por Mason St. Habíamos pensado pasear por Chinatown y North Beach, pero como va a haber más días, nos dejamos llevar por el imán que supone ver el Pacífico con la Isla de Alcatraz al fondo. Así pues paseamos por Rusian Hill siendo conscientes de la gran cantidad de chinos que habitan en la ciudad y que incluso han escapado del espacio en el que tradicionalmente se asentaban.


La Virgen de Guadalupe... y China...

Y en ese entorno en el que los caracteres incomprensibles acechan hasta colgados de los árboles, la sorpresa española de la mañana. Un bar de tapas, La Lola, ondeando orgulloso la bandera de nuestro país. Estaba cerrado, pero aun así no pudimos dejar de hacerle una foto para que aquellos que queráis iros de tapas en San Francisco lo tengáis en cuenta.


La Lola, tapas madrileñas en el corazón de San Francisco

La bajada desde Columbus nos permitió ver a lo lejos Lombard St. Habríamos subido para hacer fotos a sus famosos giros, pero la caminata ya era imponente y hay muchos días por delante. Eso sí, desde la parte de abajo resulta tan impresionante como cualquiera podría imaginar. Y desde allí a Fisherman el final de nuestro paseo callejero y el comienzo de la fiesta.


La primera cata del viaje: Shanon Ridge, Sol Rouge Rosado 2008, Vines of the Marycrest, Vie y Sol Rouge Tinto 2006

Y es que nuestro viaje no olvida en ningún momento el vino. Y en California han sabido hacer de la venta de sus caldos un arte. Entramos en Winery Collective, y comenzó la cata del día. Cinco referencias por 15 $. Podríamos haber optado por otra cata, pero para ser el primer día nos pareció bien. Cinco vinos de calidades y procedencias diferentes, de Lake County, la zona norte de Napa Valley, y de Santa Barbara, de los cuales nos gustó especialmente el Shannon Ridge, un Chardonay blanco con un punto interesante, muy afrutado y con la acidez justa.

Winnery Collective nos sorprendió también por su conocimiento de los vinos españoles y especialmente por su "Free Corbage", esto es, la posibilidad de comprar el vino que quieras y bebértelo en cualquiera de los restaurantes concertados con ellos. El precio del vino resulta así mucho más ajustado, ya que las botellas de vino en los restaurantes suelen ser mucho más caras, además de estar grabadas con mayores impuestos. Así pues, decidimos comprar una botella de Shannon Ridge y nos lanzamos a la aventura de encontrar el restaurante en el que habíamos decidido comer.


Los vinos que cayeron... y los que quedan...

Pero cinco vinos pueden ser demasiado para la memoria. No conseguimos encontrar el restaurante en el que pensábamos comer, pero por fortuna recalamos en Blue Mermaid, cuya sirena azul nos recordó que allí también podíamos hacer uso del "Free Corbage". Al final fue una gran decisión, tanto por la cocina, un Seafood Trio (Salmón, gambas y pastel de cangrejo con guarnición de puré de patata y bacon y judías verdes) como por la amabilidad de Loreto, la jefa del restaurante. Una chilena fantástica que canta, que está grabando un disco, que tiene una banda en la que toca el piano una española, un amigo de Barcelona que está estudiando cine en San Francisco y que nos hizo sentir como si la conociéramos de toda la vida en los minutos que hablamos con ella. Posiblemente Loreto vuelva a aparecer en este blog, ya que nuestra primera amiga hecha en San Francisco tiene muchas cosas interesantes que contar.


The Seafood Trio. Un plato delicioso

Un español, en verano, comido y bebido, a las tres de la tarde, ¿qué hace? Uno no sé. Pero este que escribe duerme la siesta. Da igual en USA o en la conchinchina. Así que tras coger el autobús "F", que pasea por The Embarcadero y fijar próximos objetivos para la siguiente visita a San Francisco, no eran las cuatro de la tarde cuando comenzábamos una sesión morrocotuda de yoga a la española que casi acababa cuando empezaba a oscurecer.

De hecho el final del día nos alcanzó en un nuevo supermercado, Trader Joe´s, bastante más económico que el Andronicos en el que estuvimos el primer día. Original, eso sí. Tanto por la cantidad de productos denominados "orgánicos" que ofrecen (a precio muchísimo más caro de lo habitual), como por su negativa a vender Coca-Cola (es la primera vez que me miran mal cuando preguntamos si tienen el líquido del Imperio) y por ser uno de esos sitios donde se esconden las clementinas españolas, aquellas frutas que compraban nuestras madres hace años y que desaparecieron de las tiendas de forma tan sospechosa para ser sustituidas por mandarinas pequeñas. Ah, globalización...


Aquí están las clementinas, no las busques en el mercado...

El sábado terminaba con nosotros acostándonos algo más tarde. No obstante a las cinco de la mañana ya estábamos en danza. Y es que todavía no somos capaces de hacernos al horario. En cualquier caso hoy va a ser un domingo completito. En un rato tendremos que buscar un Rent a Car que abra el domingo, para alquilar un coche con el que acercarnos a Concord, donde esta noche tocan Scorpions y disfrutaremos nuestro primer concierto en tierras californianas. ¿Se puede pedir más?...

(Si quieres seguir el viaje casi minuto a minuto, no dejes de echarle un ojo a mi Twitter. Habiendo Wifi las actualizaciones son permanentes...)

4 comentarios:

Nuria Millet dijo...

Bueno, bueno, ya estás con las catas...muy profesional.
Te quedó redondo el post y tu descripción de San Francisco. Cuando era pequeña veía la serie del mismo título, con el actor Karl Malden...
Sin dudarlo prefiero el Winnery Collective a La Lola.
Un abrazo hasta el otro lado del charco.

Anónimo dijo...

Genial todo, tratare de seguirlos. Muchas gracias por el párrafo dedicado.

Chicos, me gustaría recomendarles que fueran al "Stern Grove Park", ubicado en la 19th y Sloat st. Ahí se realizan conciertos gratis durante el verano, todos los domingos a las 2pm.
Revisen la cartelera.
Un besote!
María Loreto

http://www.sterngrove.org/2010season.html

Juana dijo...

Parece que lo estuviese viviendo ¡que maravilla!

Fernando Checa García dijo...

Nuria, yo estoy contigo, me quedo con The Winnery de lejos...

Loreto, gracias a ti, volveremos a vernos pronto...

Juana, y lo que nos queda...

Besos!

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