Dispuesto a coger el Tranvía y pelado de frío...
Nada más llegar a la parada nos tocó en suerte una familia de españoles de esas que salen en la tele en los programas costumbristas que últimamente se han puesto tan de moda. Él, de mediana edad, armado con sudadera del Atleti y (lo juro por lo más sagrado) con riñonera de la Junta Municipal de Carabanchel. Ella, mucho más acorde con la tienda cercana de Armani, esa horterada sublime de Union Square, y como complemento de ambos (sin correa), dos seres bípedos del género femenino en los albores de la pubertad que no paraban de mostrar que el hombre y el mono no tienen tan lejano su eslabón perdido. Por fortuna quedaron atrás cuando alcanzamos la plataforma del Cable Car y nuestros compatriotas decidieron que el vagón estaba ya muy lleno. Momentos como esa media hora de espera son los que me motivan a empezar mis clases de inglés para poder disimular mejor mis orígenes.
Pues no es un museo, es la tienda de Armani...
La llegada a Fisherman´s Wharf fue mucho más rápida que la del domingo, de forma que tuvimos mayor tiempo para explorar las tiendas de recuerdos que abarrotan el barrio y para que, por tercera vez en lo que va de semana, me felicitaran en una de ellas tras el consabido "From Spain" después de la pregunta lógica al guiri de los pelos largos del "Where are you from?". Sin duda el haber ganado el mundial hace que podamos ir fardando de país como nunca lo habíamos hecho antes.
Echarse una partida al Galaxian no tiene precio, bueno, si, 25 centavos...
Una visita que nos había quedado en el tintero el domingo era el Pier 45, donde se encuentra el Musee Mechanique, una auténtica maravilla de museo de juguetes antiguos. La entrada es gratuita y todos los juegos son viejos cachibaches mecánicos que funcionan perfectamente con monedas de 25 centavos, además de tener una buena colección de maquinitas de la primera época de los vídeojuegos. Una frikada deliciosa que me hace pensar si no sería posible hacer algo así en España y recuperar aquellas mata marcianos de comienzos de los ochenta al lado de los engendros mecánicos del siglo XIX y ponerlos todos juntos a disposición de las nuevas generaciones.
En mi vida había estado tan cerca de un submarino...
El museo tiene una salida directa al muelle donde se encuentran atracados el USS Pampanito, un submarino de la Segunda Guerra Mundial y el SS Jeremiah O´Brien, un mercante que llegó a ser utilizado en el Desembarco de Normandía y que todavía hace cruceros por la Bahía. Merece la pena echarles un vistazo y ambos barcos se pueden visitar al precio de 10 $. Pero nosotros estábamos más interesados en acercarnos al Golden Gate para, al menos, poder inmortalizar el inmenso puente rojo. Así pues pusimos nuestros pasos hacia el mítico puente para acabar dándonos cuenta de nuevo de que las distancias aquí son inmensas. Durante un rato inacabable anduvimos y subimos cuestas para al final terminar recorriendo parte del Distrito de Marina y una vez llegamos al Exploratorium decidir volver otro día con mayor visibilidad (para no variar la niebla hoy ha sido muy espesa).
Casitas de "pobres" en el Distrito de Marina...
Marina es un distrito en el que la capacidad económica de esta ciudad se muestra sin ningún tipo de vergüenzas. Casas fascinantes mirando hacia los yates amarrados en la bahía. Prohibidos los tours en autobús, las furgonetas, las Trucks, todo muy civilizado. Con una aureola recargada para la cual la perfecta guinda es el Palace of Fine Arts, un edificio de comienzos del Siglo XX, construido para la Exposición Internacional de 1915, que está en proceso de restauración y que resulta completamente anacrónico en ese entorno. La perfecta copia kitsch de un templo que recuerda más un decorado de Indiana Jones que otra cosa.
No, no es un Hollywood gótico, es San Francisco...
Desde Marina volvimos hasta Union Sq. tomando un autobús, el 30. Como ya he comentado los autobuses pueden tardar un poco en llegar pero son el método más rápido para moverse por la ciudad. Este en concreto atraviesa parte de la ciudad por Stockton St., una de las arterias de Chinatown y donde de no haber estado muertos de hambre y reventados habríamos explorado más. Volveremos a Chinatown ya que es simplemente impresionante. En pocos minutos dejas de estar en Estados Unidos para encontrarte en un zoco de China, en el que los rostros occidentales son simplemente una anécdota.
Era el momento de comer y era el momento de estrenar el casillero de hamburguesas, que hasta ahora no habíamos catado. Pero puestos a comer hamburguesa qué mejor que hacerlo con clase. De forma que elegimos John´s Grill, un restaurante de comienzos del Siglo XX, en el que a ritmo de Jazz (mi santa es feliz cada vez que suena esa música) nos hemos sentido por un momento transportados a la época del Halcón Maltés. Tuvimos suerte y sin reserva conseguimos comer (las 2 y media de la tarde no es un horario muy normal para ellos) sin gastarnos un dineral. Eso sí, en esta ocasión tuvimos que renunciar a pedir vino, y es que todavía quedan muchos días y muchos sitios por descubrir.
Había que hacerlo, había que hacerlo, había que hacerlo....
Hoy buena parte de los habitantes de la ciudad están como locos por el partido que enfrentará al Real Madrid con el América. Hubo un momento en el que pensamos en ir, pero finalmente decidimos que era demasiado caro y que para ver un partido del Madrid no nos hemos venido tan lejos. Así pues, mientras Cristiano Ronaldo y sus compinches le pegan patadas a un balón yo me voy a Andronicos a comprar una botella de vino para entrar en calor esta fría noche de agosto...
(Te recuerdo que puedes votarme una vez al día para pasar un año sabático en La Rioja. Si el enlace no funciona vuelve a intentarlo, a veces la "ñ" se atasca...)
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