miércoles, 4 de agosto de 2010

El día que salí huyendo...

El argumento que he utilizado una y otra vez cuando alguien me preguntaba para qué nos veníamos a California este verano ha sido el de conseguir mejorar mi inglés. Un mes tomando un curso intensivo de esa lengua endemoniada. Veinte horas a la semana, de lunes a jueves, para dejar así espacio a disfrutar los fines de semana y volver a España descifrando los discursos de Obama. Esa es una razón de suficiente peso como para que te miren y te admiren. Para que digan "Jo, qué tío, renuncia a sus vacaciones por irse a estudiar, sí señor..."


A veces la irracionalidad está dentro de uno mismo...

Busqué y encontré la academia de inglés por Internet. En Berkeley hay muchísimas opciones, pero por precio y por situación la Berkeley English Academy me pareció la mejor opción (la web es un espanto, lo se...). 450 $ por cuatro semanas de curso intensivo. Buenos comentarios sobre ellos en Internet y buena respuesta a mis preguntas a través de correo electrónico en las semanas previas al viaje. Inicialmente ayer era el día en el que iba a comenzar el curso. Tras ver San Francisco e irme de concierto, el lunes empezaba la faena. Pero mi santa, que a la sazón habla inglés casi como yo, tenía una reunión con el director de una de las bibliotecas de la Universidad y estaba algo nerviosa por poder tener dificultades para entenderle. De manera que emulando a la peli de No me chilles que no te veo dejamos el comienzo de las clases de inglés para hoy. Eso sí, pasamos por la escuela para ver como era, para cerciorarnos del precio y para llevarnos esos papelitos que todas las academias de inglés tienen y que te prometen el aprendizaje mágico en un par de sesiones.

El día salió bastante bien ya que la reunión con el profe de Berkeley nos mostró que realmente nuestro inglés no es tan malo (de hecho es excepcional, ha debido pensar el geniecillo ese que tenemos metido en la cabeza...) y pasamos la matinal recorriendo la universidad y disfrutando con el ambiente que Berkeley sigue manteniendo. Una universidad impresionante, tanto por su tamaño, por sus instalaciones, como por el perfil de sus estudiantes. Si me hubieran dicho que me encontraba en un país asiático me lo habría creído. Miles de estudiantes de ese origen hacen invisibles el resto de nacionalidades, incluyendo a los americanos caucasianos. Hablamos con varias personas a lo largo del día y todos ellos nos contaron que los asiáticos mantienen un nivel de esfuerzo tal que desde que son niños están preparándose para entrar en la universidad. La Universidad de California en Berkeley es pública (lo que no quiere decir que sea barata) pero solo acepta a los mejores. Y hoy por hoy los mejores son los asiáticos. Sorprendente e impresionante.


Miles de estudiantes, miles de asiáticos...

El día pasó con bastante tranquilidad, sin hacer nada en especial y solamente marcado por el puñetero clima de esta ciudad que empieza a resultarnos un poco cansino. De acuerdo, en España hace un calor de mil demonios, pero estar con calefacción en pleno agosto no parece muy normal. Y así es, no pasamos a partir de las cinco de la tarde de los 10º y, especialmente mi santa, comienza a estar hasta el gorro.

No obstante, hoy era el día. Vuelta al trabajo, vuelta al aprendizaje. Por fin iba a desentrañar los arcanos misterios de la lengua de Shakespeare. Con los 450 $ en el bolsillo, presto a hacer la matrícula, sentado en la sala de espera, sentía como el aprendizaje estaba a punto de entrar por todos mis poros. Entraba mucho. Tanto que de repente me sentía como cuando tenía 10 años e iba al dentista (lo de los años es un suponer, hoy me sigue pasando lo mismo). Con una ventaja: que podía salir corriendo sin que mi madre me montase el numerito. Mi santa lo entendió perfectamente. O más bien no tuvo opción. Las razones que un "pellero" es capaz de dar pueden desarmar a cualquiera: "no me apetece, no tengo ganas, me agobia el sitio, vaya rollo...". Qué hacer cuando un adulto se pone cabezón. Pues simplemente dejarle que se estrelle. Y eso supongo que es lo que me ocurrirá a mi. Volveremos de Estados Unidos y seguiré siendo incapaz de chapurrear en inglés más allá de cuatro expresiones mal tiradas. Pero es mi sino, continuaré esperando a que inventen la pastilla mágica, a ver si a Tito Jobs se le ocurre...


Si inventaron esto, por qué no la pastilla mágica...

Así pues, tras huir nos dedicamos a vagabundear de nuevo por la Universidad, a descubrir las tiendas de Telegraph Ave., especialmente la sede local de Amoeba, el paraíso del comprador de discos, a descubrir recónditas terrazas como la de Jupiter, un fantástico garito en el que ahogué los pocos remordimientos que me pudieran quedar por mi traición formativa a base de cerveza fría (la mejor forma de hacerlo) y acabamos comiendo en The taste of Himalayas, un restaurante nepalí en el que me apreté un plato de pollo tikka massala que no estuvo nada mal regado con una Real Gold, una cerveza del nepal que, como curiosidad puede servir, pero poco más.


Real Gold, ahora entiendo por qué acaban haciéndose budistas...

Al día le quedan horas por delante, pero es momento de empezar a pensar en preparar el comienzo de la campaña de Sabático en La Rioja. En definitiva este blog surgió por ese proyecto y mañana comienzan las votaciones para conseguir pasar a la final. El vídeo que he grabado con mi presentación es absolutamente espantoso, pero sigo pensando que lo mio no es la tele, así que mal pinta la cosa como los organizadores del sabático quieran a alguien que sea guapo y agraciado frente al piloto rojo. En cualquier caso os recuerdo que me podéis votar a diario en la página del concurso (aunque previamente tenéis que registraros y haciéndolo a lo mejor sois vosotros los que ganáis un fin de semana de sabático en La Rioja) y que con llegar a la final ya me sentiría ganador. Así pues, si te gusta mi proyecto, y si te apetece, cuento con tu voto...


Ya sabes, es por una buena causa... o al menos por una causa divertida...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin querer sonar paternalista, piensa en el ejemplo que estás dando como profesor a los alumnos que te están leyendo.
Te he leído quejarte del absentismo en tus clases, del desinterés, y ahora que tienes la oportunidad de servir de ejemplo de esfuerzo y constancia para superar, asistiendo a clases, tus limitaciones con el inglés la desaprovechas. Además para colmo lo cuentas y pareces orgulloso de haber huido. Piensa en alumnos tuyos que te lean, que seguro habrá, qué mensaje pueden sacar de tu comportamiento.

Fernando Checa García dijo...

Anónimo, no estoy orgulloso de haber huido. Tal vez no se haya entendido bien la ironía. De hecho, espero que el final sea muy diferente de lo que ocurrió. Queda mucho mes...

Abrazos

Anónimo dijo...

Pues a ello hoy mismo! que cada día que lo retrasas es un día menos de clase. Y si el curso está pensado para un mes van a ser lecciones que pierdas o desaproveches!
Queremos que a la vuelta puedas cantar a voz en grito el Fast as a Shark sin acento! ;)
un saludo

Fernando Checa García dijo...

Mañana haré la matricula, si!!

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