martes, 28 de diciembre de 2010

Por fin, en Malta....

Tras muchos meses soñando con este momento, por fin llegó: ya estamos en Malta.

Muchos son los sentimientos que se mezclan para explicar todas las sensaciones de las últimas horas. Pero si tuviera que definir brevemente lo que estamos sintiendo desde que hemos aterrizado, sería la siguiente frase: "Estamos en casa".

Pero empecemos por el comienzo. A las cinco de la madrugada comenzaba nuestro periplo para llegar a esta isla maravillosa. Y es que el primer vuelo de Ryanair sale a una hora en la que las calles no están puestas: las 6:30 de la madrugada. De la T-1, como averiguamos tras buscar por Internet y revisar la página de AENA, ya que Ryanair no informa de la terminal de embarque en sus billetes.

Una sola maleta, con un máximo de 10 kilos dentro. Imposibilidad de llevar nada en las manos, al menos en teoría (aviso para futuros viajeros). Y largas colas para embarcar, tan extensas que al final embarcamos demasiado tarde y tuvimos que llevar las maletas en los pies en el autobús volante que Michael O'Leary pone a disposición de sus clientes.

En poco más de dos horas aterrizamos en el diminuto aeropuerto de Malta. Puntuales y deseosos de lanzarnos a por el primer autobús del día, el nº 8 que nos ha llevado a La Valetta. 47 céntimos el viaje, en un precioso y vetusto transporte que cumple punto por punto todo lo que habíamos oído sobre los autobuses malteses. Y por delante de nuestros ojos las primeras ciudades maltesas. Una tras otra cambiando de nombre aun con la sensación de que fuera la misma, si bien con su personalidad definida en cada uno de sus rincones atisbados desde el traqueteante transporte.


Despertarte frente a esto es sentirte vivo...

Malta es Mediterráneo. Esa obviedad ha de ser tenida en cuenta para entender una sensación permanente de "deja-vu". Has estado aquí una y mil veces puesto que la esencia de sus calles y sus gentes es la tuya. Tanto que cuando cambias de autobús en La Valetta podrías estar haciéndolo en cualquier capital de provincias de España. Si, es verdad que de una España ya inexistente. Tal vez de la España de los años setenta, en la que todo era más fácil, más cercano ...

La llegada a nuestro hotel, el Preluna, en Sliema, nos enfrenta a la realidad de un hotel excelentemente situado. En primera línea de costa, con unas vista espectaculares y con conexión wifi en todas las áreas (algo que como hemos podido observar a lo largo del día es generalizado en Sliema y St. Julian). Tras realizar el "checking", el primer paseo por esta isla que ya nos ha echo su guiño mortal. hasta Balluta Bay y primera cerveza gozando del azul intenso de un Mediterráneo seductor hasta la última de sus espumas.


Bar Celona Uno de las decenas de bares de Paceville

Platos malteses para comer (conejo) y para cenar (lampuki). Vinos malteses antes de la siesta y para acabar el día. Paseos por St. Julian y Paceville en una noche temprana con temperatura primaveral y Billie Hollyday en el imprescindible BJ´s. Y el olor de un nuevo hogar que parece que siempre hubiera estado ahí para acogernos. Esta aventura acaba de empezar y nos embarcamos en ella sabedores de que su final incierto no deja de ser excitante en cada uno de los segundos que vamos descubriendo...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"En casa" a veces es muy lejos de dónde se está. Lo empiezo a entender. Qué bueno que en este momento para vosotros no exista esa distancia.

Besotes

Iruna_nur

Anónimo dijo...

Me encantó el post. Yo también me voy a Malta!!! Espero que la disfrutes mucho, y que disfrutes de ese año sábatico.

David dijo...

'Cada vez que me he sorprendido poniendo una boca triste, cada vez que en mi alma hay un noviembre húmedo y lloviznoso. Entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda...' Melville en Moby Dick

Aprovéchalo, un abrazo
david

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